Tucumán, el corazón citrícola de la Argentina, enfrenta en 2024/25 un desafío mayúsculo: sostener su liderazgo mundial en la producción y exportación de limones frente a un escenario de tensiones climáticas, amenazas sanitarias y condiciones de mercado cada vez más exigentes.
Esta provincia del noroeste argentino, que concentra más del 90% de las exportaciones nacionales de limón y derivados, estima una producción de 1,3 millones de toneladas para la presente campaña. Sin embargo, esa cifra esconde un contexto complejo que obliga a repensar estrategias y redoblar esfuerzos.
Uno de los principales factores que afecta a la producción es el cambio climático. Sequías prolongadas, alternadas con lluvias intensas, impactan directamente en la cantidad y calidad del fruto. A esto se suma la amenaza creciente del Huanglongbing (HLB), una enfermedad sin cura que ya ha diezmado plantaciones en otras partes del mundo. En agosto de 2024, la detección del insecto vector de la enfermedad (Diaphorina citri) en una finca al sur de San Miguel de Tucumán encendió las alarmas, si bien aún no se ha confirmado la presencia del patógeno.
Además, el deterioro de los rindes en algunas fincas ha llevado a una reducción en la superficie cultivada. Se estima que unas 6.500 hectáreas fueron erradicadas, mientras que otras 12.000 presentan un manejo deficiente o han sido abandonadas. Esta retracción impacta directamente en el volumen de fruta disponible para exportación, en un contexto donde la competencia global es feroz, especialmente por parte de países como Sudáfrica o España.
Las cifras de exportación de fruta fresca en 2024 son elocuentes: alcanzaron los niveles más bajos de la última década. Sin embargo, no todo es retroceso. La industria ha logrado compensar en parte esta merma con un crecimiento sostenido en los productos industrializados derivados del limón, como jugos concentrados, aceites esenciales y cáscaras deshidratadas, cuyas ventas al exterior han aumentado. Estos derivados no solo aportan valor agregado, sino que diversifican el portafolio exportador.
Tucumán produce más del 85% de los limones argentinos y se ha convertido en uno de los principales exportadores mundiales de fruta fresca y derivados industriales como aceites esenciales, cáscaras deshidratadas y jugos concentrados. Esta actividad genera empleo intensivo, tanto en campo como en industrias de procesamiento, y ha colocado al limón como una de las grandes divisas del agro argentino.
El cultivo del limón se consolidó gracias a una combinación de condiciones naturales, como el clima subtropical húmedo, y factores técnicos como la introducción de variedades resistentes y el avance de tecnologías aplicadas al empaque y la exportación. Su auge no sólo representa una estrategia de sustitución del monocultivo cañero, sino también un salto hacia un modelo agroindustrial con alto valor agregado.
En este contexto, el sector citrícola tucumano está implementando diversas estrategias para enfrentar los desafíos. Por un lado, se promueve la adopción de buenas prácticas agrícolas, con foco en la sustentabilidad y el uso eficiente del agua. Por otro, se fortalece la vigilancia fitosanitaria y la inversión en investigación y desarrollo, con el fin de anticiparse a brotes de enfermedades. También se impulsa la búsqueda de nuevos mercados y se trabaja en la mejora de la infraestructura logística para asegurar la competitividad del sector.
La transición hacia una agricultura regenerativa y climáticamente resiliente es un objetivo en común. Los efectos del cambio climático, con sequías más frecuentes y eventos extremos, han acelerado la incorporación de estrategias de adaptación como el manejo eficiente del agua, la conservación de suelos y el uso de variedades resistentes.
La agroindustria tucumana está llamada a ser uno de los motores del desarrollo regional. Las experiencias en cítricos, azúcar y soja no sólo reflejan el pasado y presente del agro provincial, sino también sus posibilidades futuras. El desafío es consolidar una producción sustentable, equitativa e integrada, capaz de generar empleo de calidad, proteger los recursos naturales y responder a las demandas de los mercados internacionales.
A pesar de las dificultades, Tucumán sigue siendo sinónimo de limón en el mundo. La reputación de su fruta, la experiencia acumulada por sus productores y la articulación público-privada son activos que, bien gestionados, pueden sostener e incluso potenciar su liderazgo global. Pero está claro que el contexto actual obliga a innovar, adaptarse y redoblar esfuerzos para que el “oro amarillo” de Tucumán siga siendo motor de empleo, divisas y desarrollo regional.
