La producción de porotos negros en Tucumán está emergiendo como una respuesta oportuna a un fenómeno global: el viraje hacia dietas basadas en plantas. Esta tendencia, impulsada por razones de salud, sostenibilidad ambiental y bienestar animal, ha puesto a las legumbres en el centro de la escena alimentaria internacional. En ese contexto, el poroto negro se destaca por su alto contenido proteico, su bajo impacto ambiental y su versatilidad culinaria.
Tucumán, que aporta alrededor del 14% de la producción nacional de porotos, encuentra en este contexto una oportunidad de posicionamiento estratégico. Con más de 90.000 toneladas anuales producidas en sus mejores campañas, y una capacidad de procesamiento de empresas líderes como Paramérica (400 toneladas diarias), la provincia está preparada para responder a la demanda global.
El crecimiento de dietas flexitarianas, veganas y vegetarianas ha impulsado la demanda de legumbres en todo el mundo. Según datos de la FAO, el consumo de legumbres se ha duplicado en países como Estados Unidos en la última década. Este escenario plantea un nuevo mapa de oportunidades para productores tucumanos. Las empresas ya exportan a mercados diversos, incluyendo a México, Guatemala, Brasil, Italia y Estados Unidos, y podrían consolidar su presencia en nuevos destinos donde la transición alimentaria está en plena marcha, como Canadá, Alemania y Japón.
No obstante, responder a estas oportunidades implica también adaptaciones. El poroto negro debe cumplir con requisitos de calidad cada vez más estrictos, vinculados a su origen, el uso de agroquímicos, la trazabilidad y las certificaciones de producción sostenible. Tucumán ha comenzado a recorrer ese camino, con empresas que implementan tecnología de clasificación óptica, procesos de empaque automatizados y buenas prácticas agrícolas.
A mediano plazo, el gran desafío será pasar de exportar solo materia prima a ofrecer productos con mayor valor agregado. Las harinas de poroto negro, los snacks saludables, las pastas vegetales y otros productos innovadores pueden abrir nuevas oportunidades comerciales y generar empleo de calidad en la provincia. Esto requiere inversiones, vinculación con centros de investigación, y una estrategia de marca-país que posicione a la legumbre tucumana como sinónimo de salud y sostenibilidad.
El crecimiento de la industria de porotos negros en Tucumán no solo depende del volumen exportado, sino también de la capacidad de agregar valor. La incorporación de procesos de transformación industrial, como la elaboración de harinas proteicas o productos listos para el consumo, podría aumentar los ingresos y generar más empleo local. También se discute la necesidad de consolidar marcas propias que posicionen al poroto negro tucumano como un producto gourmet o saludable en mercados premium.
La diversificación también se vuelve clave. Si bien el foco actual está en la exportación de grano seco, existen oportunidades en el desarrollo de nuevas variedades adaptadas a otros usos o condiciones climáticas. La vinculación con centros de investigación y tecnología agropecuaria podría potenciar la innovación y la resiliencia del sector.
La cadena de valor de los porotos negros en Tucumán representa una combinación de tradición agrícola, capacidad empresarial y apertura al mundo. En un escenario global que exige alimentos más sostenibles, nutritivos y trazables, esta industria tiene todo para crecer y posicionarse como uno de los pilares productivos del NOA.
El acompañamiento del sector público también es fundamental. Desde la reducción de cargas impositivas hasta la promoción en ferias internacionales, el Estado puede jugar un rol clave en la consolidación del poroto negro como commodity estratégico. Tucumán, con su experiencia en otros sectores exportadores como el limón o el arándano, tiene mucho que aportar a esta nueva etapa.
En un mundo que redefine sus patrones de consumo, los porotos negros tucumanos tienen todas las condiciones para ser protagonista. Si el sector logra innovar, diferenciarse y generar alianzas estratégicas, esta humilde legumbre podría convertirse en uno de los principales emblemas agroalimentarios de la Argentina del futuro.