El auge de las porotos en la Argentina no solo se explica por razones agronómicas o ambientales. En las últimas dos décadas, el crecimiento sostenido de la demanda mundial y el renovado interés por dietas saludables impulsaron la producción nacional de cultivos como porotos, lentejas, arvejas y garbanzos. Con exportaciones a más de 110 países y un promedio anual de 316 millones de dólares en ventas externas, Argentina se afianza como un proveedor confiable en el mercado global.
Según datos del sector, el consumo mundial de legumbres alcanzó los 8 kg per cápita en 2020 y se proyecta que escale a 8,3 kg en 2030. Asia y América Latina lideran la demanda, mientras que en Argentina el consumo interno es de solo 800 gramos per cápita, lo que representa un desafío y una oportunidad a la vez. Las exportaciones han crecido un 18,16% en volumen entre 2012 y 2022, a pesar de una leve caída del valor (-9,53%). Brasil es el principal destino (15,87%) y China emerge como nuevo cliente clave, especialmente en el rubro de arvejas.
El principal atractivo de las legumbres reside en su perfil nutricional: son fuente rica de proteínas vegetales, hierro, fibra y vitaminas del complejo B. Esto las convierte en aliadas esenciales de las dietas vegetarianas, veganas y de quienes buscan reducir el consumo de carne. Además, combinadas con cereales, las legumbres forman una proteína completa, de alto valor biológico. En el contexto de transición hacia dietas más sostenibles, las legumbres se presentan como un alimento clave para reducir el impacto ambiental del sistema alimentario global.
Particularmente, los porotos negros se destacan por su contenido de antioxidantes, calcio, magnesio y carbohidratos de absorción lenta. Estos componentes ayudan a prevenir enfermedades crónicas como la diabetes tipo 2, la hipertensión y problemas cardiovasculares. La mitad de taza de porotos cocidos aporta 7,3 gramos de proteínas y 8,3 gramos de fibra, con apenas 0,4 gramos de grasa. Además, su bajo índice glucémico los convierte en un alimento ideal para diabéticos y personas con trastornos metabólicos.
El crecimiento de la producción acompaña este interés mundial. La campaña 2023/24 estima una producción de casi 1,2 millones de toneladas, un 36% más que el ciclo anterior afectado por sequía. En el periodo 2012-2022, la superficie sembrada creció un 54%, y el área cosechada lo hizo en un 138%. Este incremento ha sido posible gracias a mejoras en semillas, manejo técnico y adaptación de las prácticas a condiciones climáticas variables.
Desde el punto de vista económico, el precio promedio de exportación ronda los 753 dólares por tonelada. La rentabilidad comparativa respecto de otros cultivos con mayores costos de insumos ha hecho que muchos productores diversifiquen su oferta hacia las legumbres, en particular en Buenos Aires, Salta y Córdoba. En un contexto de volatilidad internacional, estos cultivos ofrecen estabilidad y menores requerimientos de inversión inicial.
La articulación con organismos como la Bolsa de Comercio de Rosario y la participación en ferias internacionales como SIAL París han permitido consolidar el posicionamiento de las legumbres argentinas. Además de garantizar calidad y trazabilidad, estos espacios acercan a los productores a mercados exigentes de Europa, Asia y Oriente Medio. También han servido como plataforma para negociar acuerdos bilaterales y promover el consumo a nivel nacional.
A nivel nutricional, las legumbres están adquiriendo protagonismo como superalimentos. Los estudios confirman que su ingesta frecuente reduce el riesgo de enfermedades cardíacas, mejora la digestión y contribuye al control de peso. Esta combinación de beneficios los convierte en un producto estrella dentro de las políticas de salud pública en diversos países. La tendencia global hacia alimentos funcionales, es decir, aquellos que además de nutrir generan efectos positivos en la salud, está impulsando aún más su adopción.
Las proyecciones del comercio mundial de porotos también son alentadoras: de los 19 millones de toneladas actuales, se espera superar los 22 millones hacia 2033. Este escenario, sumado a la creciente demanda por alimentos funcionales, coloca a las legumbres argentinas en una posición privilegiada para seguir creciendo. Su adaptabilidad a los nuevos hábitos de consumo, su resiliencia climática y su competitividad en costos auguran un panorama favorable.
En conclusión, el crecimiento de las legumbres en Argentina no es casualidad. Responde a una confluencia entre salud, sostenibilidad y oportunidad comercial. Su capacidad para responder a los desafíos de la alimentación global convierte a estos humildes granos en verdaderos protagonistas de la nueva agricultura. De seguir así, las legumbres no solo fortalecerán la economía rural argentina, sino que también contribuirán activamente a los objetivos de desarrollo sostenible a nivel mundial.