La producción de porotos negros se ha convertido en una de las actividades más relevantes del sector agroindustrial de Tucumán, con un peso creciente en la economía regional. Aunque no es tan reconocida como la caña de azúcar o el limón, la industria de porotos negros ha logrado consolidar su importancia en los últimos años a partir de su potencial exportador y su vinculación con la demanda global de alimentos sostenibles.
Tucumán forma parte del Noroeste Argentino (NOA), una región clave para la producción de legumbres en el país. Aunque provincias como Salta y Santiago del Estero lideran en volumen, Tucumán representa cerca del 14% de la producción nacional de porotos, con una estimación anual de alrededor de 92.400 toneladas según datos de 2016. La mayor parte de esta producción, cerca del 95%, se destina a la exportación, lo que convierte a los porotos en un generador directo de divisas para la provincia.
Empresas como Paramérica y CAS Exportaciones encabezan esta actividad, operando con plantas de procesamiento de alta capacidad (como la de Paramérica, que puede tratar hasta 400 toneladas diarias) y exportando a más de 30 países, incluyendo Brasil, México, Venezuela, Estados Unidos, Italia, y mercados en África y Asia. Este dinamismo exportador no solo impulsa la actividad agroindustrial, sino que también genera empleo directo e indirecto, estimulado el desarrollo de servicios logísticos, transporte, acopio y procesamiento.
En 2022, el complejo de legumbres y cereales de Tucumán representó el 13% de las exportaciones provinciales, con un valor estimado de 124 millones de dólares. Aunque no hay un desglose específico para los porotos negros, se sabe que son uno de los productos principales en esa canasta. La incidencia en la economía local es clara: varias localidades del este y sur tucumano, como Leales, La Cocha, Cruz Alta y Graneros, dependen en parte del ciclo productivo de los porotos para sostener la actividad económica y el empleo rural.
El 95% de los porotos negros producidos en Argentina se exportan, y Tucumán forma parte activa de ese flujo. En 2022, el complejo de legumbres y cereales representó el 13% del total de las exportaciones tucumanas, alcanzando un valor aproximado de 124 millones de dólares. Aunque las cifras específicas para los porotos negros no están desagregadas, se estima que estos constituyen una porción significativa dentro del total.
Desafíos de la industria de los porotos negros
La industria de los porotos negros no está exenta de desafíos. Las variaciones climáticas, como sequías o lluvias intensas, pueden afectar la calidad y el volumen de la producción. A ello se suma la competencia de otros países productores, los vaivenes en los precios internacionales y la logística exportadora, especialmente el acceso a puertos y costos de transporte.
También existen riesgos asociados a la dependencia de mercados específicos. Por ejemplo, en años anteriores, las exportaciones a Venezuela experimentaron altibajos por razones políticas y económicas, lo que obligó a redirigir parte de la producción a nuevos mercados.
A pesar de estos desafíos, las oportunidades son notables. El crecimiento sostenido de la demanda internacional por alimentos ricos en fibra y proteína vegetal coloca a los porotos negros en una posición privilegiada. El aumento de consumidores que optan por dietas sin carne o buscan productos de bajo impacto ambiental representa un nicho en expansión.
El contexto global también favorece al sector. La demanda de alimentos vegetales ricos en proteínas, como los porotos negros, se ha incrementado en los últimos años debido al auge de dietas vegetarianas y veganas, así como por las políticas de sustentabilidad alimentaria en mercados como Europa y Estados Unidos. Esta tendencia representa una oportunidad estratégica para Tucumán, que puede posicionarse como proveedor confiable de un alimento con alto valor nutricional y bajo impacto ambiental.
Además de estas condiciones de mercado, Tucumán se beneficia de factores agroecológicos favorables. Los suelos y el clima del NOA permiten cultivos de alto rendimiento, y las prácticas tecnológicas modernas han mejorado la productividad. En la última década, el área sembrada y los rendimientos de legumbres han crecido significativamente, acompañados por mejoras en semillas y manejo de plagas.
También hay iniciativas institucionales relevantes. Organizaciones como la Bolsa de Comercio de Rosario y la Cámara de Legumbres de la República Argentina (CLERA) han promovido encuentros, capacitaciones y espacios de negocios que fortalecen el sector. El Instituto de Desarrollo Productivo de Tucumán (IDEP) ha acompañado este crecimiento con programas para mejorar la competitividad exportadora.
Sin embargo, el sector también enfrenta varios desafíos. Las variaciones climáticas impactan directamente en los rendimientos, y la falta de infraestructura adecuada limita la competitividad logística frente a otras regiones productoras. Además, la inestabilidad macroeconómica, los costos financieros y la presión impositiva complican las decisiones de inversión de los productores.
La producción y exportación de porotos negros se ha transformado en un pilar emergente de la economía de Tucumán. Con inversiones sostenidas, políticas de apoyo, condiciones agroecológicas ventajosas y mejoras logísticas, el sector tiene potencial para duplicar su impacto económico en los próximos años.
